Varios soldados cruzan uno de los puentes sobre el río Yangtze, en Wuhan (China).ROMAN PILIPEY / EFEEl 23 de enero de 2020, hace justo un año este sábado, las autoridades chinas decidieron cerrar a cal y canto la ciudad de Wuhan, el foco de la pandemia de coronavirus que ha arrasado con la vida de millones de personas en todo el mundo y ha puesto en jaque a todos las sociedades.Como recoge el South China Morning Post (SCMP), Wuhan es donde se detectó por primera vez el nuevo virus a finales de 2019, antes de que el brote se convirtiera en una pandemia mundial. Según cifras oficiales, la ciudad ha tenido más de 50.000 casos y más de 3.800 muertes desde entonces, aunque se teme que las muertes relacionadas con Covid-19 no se hayan informado.El confinamiento duró hasta junio. Las autoridades habían tardado en reaccionar a los informes iniciales de una enfermedad misteriosa que circulaba en un mercado húmedo de la ciudad Wuhan a fines de 2019, lo que permitió a millones de residentes de la ciudad moverse por el país en los días previos al Año Nuevo chino, un período tradicional de muchos viajes, en enero de 2020, recuerda la BBC.El 23 de enero, dos días antes de que se celebrara el Año Nuevo chino, las calles de Wuhan se quedaron desiertas: unos 11 millones de personas fueron sometidas a estricta cuarentena y las mascarillas y el distanciamiento social se hicieron obligatorios.Con los servicios médicos sobrepasados, las autoridades chinas sorprendieron al mundo creando hospitales de campaña completos en unos días.El testimonio de una doctoraTal y como recoge el SCMP, para la oncóloga Zhang Lei, de 36 años, trabajar en un hospital de Wuhan durante dos meses fue una experiencia desgarradora. Zhang fue uno de los 300 trabajadores médicos traídos desde la provincia de Shanxi en febrero para ayudar con el brote en Hubei, provincia donde se encuentra Wuhan."Los hospitales estaban abarrotados... había personas mayores que tenían problemas para respirar y no podíamos llegar a ellos, solo podían esperar. Fue horrible", dice.Zhang trabajaba en uno de los 16 hospitales improvisados de la ciudad que se utilizaban para separar a los pacientes con síntomas leves de los que estaban gravemente enfermos. Los hospitales temporales se construyeron rápidamente en poco más de un mes. Fueron atendidos por más de 8.000 trabajadores médicos traídos de todo el país y trataron a más de 12.000 pacientes con síntomas leves, según los medios chinos.Las propias condiciones de esos médicos eran muy duras: no podían comer, beber o incluso usar el baño durante sus turnos de ocho horas."Había personas mayores que tenían problemas para respirar y no podíamos llegar a ellos, solo podían esperar. Fue horrible""En ese momento, teníamos escasez de suministros médicos y no podíamos desperdiciar el equipo de protección en el baño", dice la doctora, que agregó que estaba empapada en sudor debajo de su ropa protectora.Zhang dice que no dudó cuando recibió una llamada telefónica a las 4 de la
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