Desde finales de 1936 en la zona golpista se empezó a plantear la necesidad de alcanzar una unificación de todos los movimientos políticos, una idea que aunque ya se había planteado en algunos círculos, resultaba demasiado idílica como para ser un hecho. Desde el primer momento, Hedilla se opuso a la mera posibilidad de que se produjera dicha unificación. Sin embargo, en la práctica no controlaba a los distintos grupos que por entonces existían en el seno de Falange, y contaba además con la radical oposición de otros líderes falangistas como Agustin Aznar y Sancho Davila Por el contrario, contaba con el apoyo de los jefes falangistas del norte de España. El sacerdote falangista y director del diario Arriba España, Yzurdiaga, era un entusiasta hedillista, y en varias ocasiones le dio cobertura informativa. En el caso de Agustín Aznar veía en Hedilla a un jefe provisional adecuado hasta que José Antonio pudiera volver a hacerse cargo de la dirección del partido Sin embargo, esta decisión de mantener vacante la jefatura del partido se revelaría como un error en el futuro.
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