"Yo aconsejaría lo que mi padre me dijo: que leyera mucho, ante todo. Sobre todo, que viera en la lectura, no una obligación, sino un goce. Creo que la frase "lectura obligatoria" es un contrasentido. La lectura no debe ser obligatoria, es como hablar de placer obligatorio, ¿por qué? el placer no es obligatorio, el placer es algo que buscamos. Felicidad obligatoria… la felicidad la buscamos también. Pues bien, yo he sido profesor de literatura inglesa durante veinte años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y siempre les aconsejé a mis estudiantes: “Si un libro les aburre, déjenlo, no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lo lean porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo, aunque ese libro sea El paraíso perdido (para mí no es tedioso) o El Quijote (que para mí tampoco es tedioso), pero si un libro es tedioso para ustedes no lo lean, ese libro no ha sido escrito para ustedes. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad. De modo que yo aconsejaría a esos posibles lectores de mi testamento (que no pienso escribir), yo les aconsejaría que leyeran mucho, que no se dejaran asustar por la reputación de los autores, que leyeran buscando la felicidad personal, un goce personal, es el único modo de leer, sino caemos en la tristeza de las bibliografías de las citas, de fulano, luego un paréntesis, luego dos flechas separadas por un guion, y luego, por ejemplo, una lista de libros que han escrito… de críticos que han escrito sobre ese autor, y todo eso es una desdicha. Yo nunca les di bibliografía a mis alumnos. Les dije: “No... no lean nada de lo que se ha escrito de fulano de tal. Shakespeare no leyó una línea escrita sobre él, y escribió la obra de Shakespeare. Ustedes no se preocupen de lo que se ha dicho sobre Shakespeare. Lean ustedes a Shakespeare. Si Shakespeare les interesa, muy bien. Si Shakespeare les resulta tedioso, déjenlo. Shakespeare no ha escrito aún para ustedes. Llegará un día en que Shakespeare será digno de ustedes y ustedes serán dignos de Shakespeare. Pero mientras tanto no hay que apresurar las cosas. Yo aconsejaría, ante todo, la lectura y la lectura hedónica, la lectura del placer, no la triste lectura universitaria, hecha de referencias, de citas, de fichas. Yo he tomado examen durante veinte años en la Facultad de Filosofía y Letras y tengo un orgullo, uno de los pocos de mi vida: no hice jamás una pregunta. Yo les decía a mis estudiantes: "Háblenos, por ejemplo, del doctor Samuel Johnson, háblenos de la poesía anglosajona, háblenos de Shakespeare, háblenos de Oscar Wilde, háblenos de Shaw, y hablen, digan lo que piensen. Yo prometo no interrumpirlos, prometo no preguntarles una sola fecha, porque yo mismo no las sé —y se descubría mi ignorancia—, de modo que ustedes hablen, si es que el tema les interesa”. Y dieron excelentes exámenes así. En cambio, hay profesores muy torpes que hacen preguntas porque no saben tomar examen".
Jorge Luis Borges
1978
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