Miedo a una aparente paz engullidora, incierta y amenazante, en la que luchamos contra enemigos invisibles. Batalla permanente del ego, que se debate entre la falsa seguridad de lo planificado, pasteurizado y asegurado; frente a la incertidumbre de aquello que no se puede ver ni contener.
Limbo presente que ilustra un reflejo pasado y un futuro que evoca al mito platónico, en el que somos la sombra al fondo de una caverna, de cuerpos que no refractan. Hologramas etéreos que carecen de espacios para habitar.
Sobreviven lugares contradictorios, incomprensibles y mostrencos. Propiedad de nadie, proscrita de un mundo al que no es posible hincarle los dientes para succionar su néctar. Titularidad vacía de un derecho a la vida sin miradas, roces y aromas.
Caídos en batalla campal entre las nuevas verdades y las mentiras veniales y autocomplacientes. Engaño ingenuo y cotidiano para intentar encajar en un espacio que ya no existe. Territorios disputados en una guerra de pelotones replegados, sin parte que se aviste en el horizonte. Victoria ilusoria de sombras digitales, legitimadas por una catástrofe normalizada.
#ProyectoVoces
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