Han sido varias generaciones de puertorriqueños que crecieron viendo a Sandra Zaiter a través de la pantalla, en una época donde la programación infantil era muy importante para los canales de televisión. Los niños aprendieron, cantando, las tablas de multiplicar gracias a sus composiciones. Con ella se educaron a ser buenos seres humanos y a amar a los demás. Por su pasión por la enseñanza, su dedicación ante la adversidad y deseo por ayudar al prójimo, Sandra Zaiter ocupará siempre un lugar muy especial en el corazón de los puertorriqueños.
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