Rodada en 24 países durante un período de 14 meses, esta película completamente sin palabras y sin argumento del director Ron Fricke y el productor Mark Magidson cumple la promesa de la "alfombra mágica" de las películas en un grado previamente inimaginable. Flotando alto en el aire, miras por encima del borde de un volcán gorgoteante en Hawai, luego barres hacia la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, o el templo Ryoan-Ji en Kyoto, el lago Natron en Tanzania, o las llanuras de fuego de Kuwait con sus fuegos de petróleo ardiendo como las llamas eternas de los muertos.
La película nos permite ver la interconexión real de todas las cosas en el mundo y apreciar sus patrones y simetrías y su sentido innato de equilibrio y proporción. Fricke ha dicho que "Baraka" tenía la intención de ser "un viaje de redescubrimiento que se sumerge en la naturaleza, en la historia, en el espíritu humano y finalmente en el reino del infinito". Nada en este poema visual épico es menos que extraordinario.

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