A diferencia del resto del mundo, Chile se ha convertido en el paraíso de las ballenas. Ha llegado a ser el lugar donde diversos tipos de cetáceos arriban con el objetivo de alimentarse y sobrevivir.

Específicamente, el litoral chileno. Un ejemplo es la costa de Atacama, frente a la isla Chañaral, zona predilecta para la alimentación de los mamíferos más grandes de la tierra.

El lugar de acceso se ubica frente a Domeyko, kilómetro 630 de la Ruta 5 Norte. En ese sitio, en la caleta de Chañaral de Aceituno, los pescadores han ido poco a poco alternando sus faenas de buzos mariscadores con la actividad turística de observación de cetáceos.

2.000 kilómetros al sur de Atacama también se encuentra otro rincón marino, en donde la naturaleza también es sumamente generosa con el visitante. Se ubica en Chiloé, a sólo media hora de Ancud: la caleta de Puñihuil.

En ese lugar, los pescadores vivieron por décadas solamente dedicados a la corvina y a la extracción de locos. Sin embargo, hoy se han reconvertido al turismo de observación de nutrias y aves marinas, principalmente pingüinos.

Asimismo, en los últimos años, las ballenas azules -las más grandes del mundo- están frecuentando ese sitio del mismo modo como lo hacen en el golfo de Corcovado, Quellón y Melinka.

De acuerdo a Cristián Espinoza, encargado de la Pesca Artesanal del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) de XIV Región, existe una "microzona en la cual se están congregando estos animales. Aproximadamente son unos 147 animales. Es un número bastante importante de acuerdo al tamaño de la poblacióna nivel mundial".

Frente a esta realidad, las voluntarias del Centro de Conservación Cetacea (CCC) analizan el comportamiento de las ballenas azules; mientras que los pescadores ya sueñan con lograr la autorización y los medios para acercar a los visitantes a ese objetivo turístico.

Luz María Oyarzo, de la caleta Puñihuil -donde están habilitados en las tareas de acercarse a las ballenas en barcas pequeñas y medianas- , afirma que "nuestro proyecto a mediano plazo es poder conseguir financiamiento para poder tener una embarcación bien equipada con todas las medidas de seguridad que se requieren para poder hacer avistamiento de cetáceos".

Por otro lado, 2.000 kilómetros al sur, en Punta Arenas, 2 empresas trabajan en turismo de avistamiento de cetáceos. En específico, en las inmediaciones de la isla Carlos Tercero, al interior del Parque Marino Francisco Coloane, ballenas jorobadas se han adueñado del lugar.

En ese sitio, convergen las aguas subantárticas de los océanos Pacífico y Atlántico con tal abundancia de plancton, que no solamente atrae a estos mamíferos, sino que también a todo tipo de aves marinas.

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