Sendero Luminoso, por órdenes de su cabecilla Abimael Guzmán, recientemente muerto en prisión, asesinó a más de 30 mil personas y dejó decenas de miles de heridos. Víctimas directas del terrorismo, o deudos de fallecidos en ataques senderistas, reviven en estas imágenes el dolor que trasciende a la muerte del genocida.
En el 2012, el secuestro de trabajadores de Camisea puso en vilo al país. Decenas de soldados y policías fueron enviados a la zona. El mayor (r) del Ejército José Luis Casas fue atacado por terroristas escondidos en el monte.
“Fui emboscado el 14 de abril del 2012 en la operación ‘Libertad’, tras el secuestro de trabajadores del proyecto Camisea por parte de los terroristas. Quedé así, pero todavía sigo luchando por mi país”.
Vanessa Quiroga tenía apenas 4 años cuando perdió la pierna izquierda con el coche bomba en la calle Tarata, en 1992.
Siete efectivos y decenas de terroristas murieron en un enfrentamiento en julio de 1989 en Madre Mía. El teniente Miguel Ángel Pezzini, uno de los oficiales destacados en el lugar, sufrió heridas que hasta hoy lo aquejan.
El 24 de abril de 1985, el experimentado jurista Domingo García Rada, presidente del JNE, fue víctima de un atentado en San Isidro, cuando se desplazaba en su auto. Sufrió graves heridas en la cabeza. Su chofer, Segundo Navarro Silva, murió.
-“Mi padre fue el primer presidente de un poder del Estado en ser atacado. Aquella vez hubo bombas y más de 50 balazos al automóvil... Es difícil olvidar sus enseñanzas, su vida ejemplar”.
El 31 de mayo de 1989, una columna terrorista asesinó en Huancavelica a Bárbara d’Achille, reportera de El Comercio pionera del periodismo ambiental.
-“Mi mamá hubiera querido que todos los peruanos y peruanas caminemos hacia una cultura de paz. Pienso que el Estado debe ser responsable, junto con las fuerzas vivas del país, en un proceso de rehabilitación y resocialización de todos y todas, víctimas o victimarios. Es un paso hacia curar las heridas del pasado, heridas que vienen de mucho más atrás”.
El 6 de diciembre de 1988 asesinaron a balazos al contralmirante Juan Carlos Vega Llona, agregado naval de la Embajada del Perú en Bolivia. Su hermano Ricardo sostiene su retrato (y su recuerdo).
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