Los trastornos mentales pueden integrarse en tres tipos, además de las toxicomanías y los trastornos psíquicos de causa orgánica conocida:
1. Las psicosis: esquizofrenia, trastornos bipolares y psicosis afectivas. En este tipo de trastornos el individuo pierde contacto con los criterios de realidad y queda inserto en un mundo propio cualitativamente distinto. Los trastornos psicóticos son las enfermedades mentales en sentido estricto.
2. Trastornos psíquicos no psicóticos: trastornos psicosomáticos, trastornos de la alimentación, patología sexual y neurosis clásicas. Este tipo implica síntomas y malestar o sufrimiento del individuo o un riesgo de vida.
3. Trastornos de la personalidad: la patología responde a rasgos de la personalidad que no consisten en síntomas clínicos, pero que hacen sufrir al individuo o le generan conflictos en las relaciones interpersonales o sociales.
Las psicosis son un tipo de enfermedades en las que el paciente parece perder el contacto con la realidad, se consideran, por tanto, una de las manifestaciones más severas de la enfermedad mental. Comúnmente se conoce la psicosis como “locura”. Es frecuente comparar las psicosis con las neurosis, que es un tipo menos grave y más común de trastorno mental; los neuróticos suelen estar deprimidos y ansiosos, pero no sufren delusiones o alucinaciones y son conscientes de su estado. Además, existe un tercer tipo categorizado como “trastornos de la personalidad” (TP) que se caracteriza por patrones disfuncionales permanentes en la relación con los demás. A pesar de que cada individuo es diferente se pueden establecer patrones estables de conducta y de interacción con los otros, cuando estos patrones se consideran anormales (es decir, cuando generan sufrimiento o inadaptación) dan lugar a un trastorno de personalidad.
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