Una vez más estas notas para conmemorar una dolorosa fecha como la destrucción de Armero, con la intención de hacer una lectura de la coyuntura previa a la erupción del Ruiz del 13 de noviembre de 1985, de la que se deriven lecciones a partir de las experiencias científicas en torno a un desastre que según mi convicción pudo ser por lo menos mitigado, a pesar de que para entonces el Estado no contaba con políticas ambientales ni de planificación ligadas a la dimensión de los riesgos, y que nuestra sociedad tampoco había desarrollado esa cultura que demanda la apropiación del territorio buscando su adaptación a las amenazas naturales. Si bien ese es el fundamento de la hipótesis que aquí se presenta, a mi juicio existieron otros factores contribuyentes, cuya intervención pudo desmovilizar o neutralizar de forma oportuna los precarios activos del Estado dispuestos para prevenir la tragedia. Si tras la erupción del Ruiz y la desaparición de Armero en 1985, Colombia instauró el Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres (SNPAD) mediante el cual se ha institucionalizado la gestión del riesgo, adaptándolo para atender las fases de reconstrucción luego del terremoto del Eje Cafetero y para ocuparse de la prevención y mitigación de los desastres al expedir la LOOT 2011 tras la Niña y 2010/11, al tiempo que se crea el Fondo Nacional de Calamidades, solo quedará pendiente el desarrollo de una cultura ambiental soportada en una visión biocéntrica, donde el Estado se fortalezca frente al mercado, la economía se humanice y reoriente hacia el interés público, y las comunidades se apropien de sus territorios. Por Gonzalo Duque-Escobar. Universidad Nacional de Colombia. Manizales, 30 de Junio de 2020. Documento en PDF para lectura, en: [ Ссылка ]
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