No existen las "conductas autistas" -como señala Barry Prizant-, las conductas son humanas y humana es la forma en las que las enfrentamos. La conducta autista es una forma de la conducta humana.

Las conductas de una persona autista llaman la atención y buscan ser normalizadas porque el ojo de juicio suele ser el modelo neurotípico de funcionamiento de la mente. Y desde esta perspectiva se le suele calificar como inadecuada, disruptiva, problemática, etc. sin preguntarnos el por qué de la misma, de qué manera responde a un tipo de procesamiento distinto -como el autista- en lo cognitivo, afectivo, sensorial.

Debemos recordar la metáfora que emplea Hilde De Clercq respecto del iceberg. De este podemos ver apenas un trozo de hielo en la superficie cuando la mayor cantidad del mismo se encuentra sumergido, imperceptible a nosotros. De la misma forma (y este es el problema de terapias como ABA y otros enfoques conductistas), no existe una conducta que no esté mediada y no sea expresión de nuestras emociones, pensamientos, sentires... juzgar sólo la conducta sin ellos es ver la punta del iceberg y arriesgarnos no sólo a interpretarla mal sino a hacer un profundo daño.

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