Existen distintos tipos de personas, aquellas que se sienten atraídas por las regiones polares y aquellas que, tras haber viajado a ellas, sienten la necesidad de visitarlas cada cierto tiempo. Sin embargo, si lo pensamos bien, podemos incluir una categoría más.
Aquí se incluyen las personas que llevan el Ártico en el corazón o que han dejado su corazón en el Ártico. Para ellas, aquella región ejerce una fuerza irresistible que les lleva a volver una y otra vez. Cada vez más y más hacia el interior, cada vez a lugares más solitarios, hasta llegar hasta lo inexplorado.
Porque en este mundo superpoblado, donde la tecnología parece que nos permite llegar hasta el último punto del planeta, todavía hay lugares completamente desconocidos, que nadie ha pisado todavía, donde la naturaleza que te circunda se desnuda por vez primera ante tus ojos.
Uno de esos lugares es la isla de Devon en Nunavut, el Ártico canadiense. La isla tiene 55.000 kilómetros cuadrados de extensión, casi es tan grande como Andalucía, y es la mayor isla deshabitada de la Tierra.
En este encuentro polar mantenemos una charla con Ingrid Ortlieb, que regresó hace unos meses de explorar su interior. Nos habla de lo que ha sentido y vivido en aquel lugar, del día a día en aquella tierra, pero también de la forma en que se ha preparado durante meses para poder llevar a cabo una expedición tan exigente.
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