Vamos a contemplar una explosión paisajística de una belleza única, dentro del marco geográfico que encierra la provincia de Huelva, que sin duda ha sido muy bien tratada por los dioses del Olimpo.
Simplemente os queremos mostrar una pequeña parcela de la gran inmensidad de la costa onubense, concretamente la punta de la flecha litoral de Nueva Umbría (Flecha del Rompido).
Comenzamos nuestro particular viaje salino contemplando una escena que resume este paraíso: la formación arenosa de la flecha, el río Piedras (ya convertido en ría) en su desembocadura, la playa virgen de Nueva Umbría y multitud de riachuelos atlánticos que pasean entre las nuevas formaciones arenosas.
Con aguas calmadas, un cielo celeste y arenas finas y doradas componemos un bello poema paisajístico, acompañado de las urbanizaciones turísticas de El Portil y Nuevo Portil (administradas por los ayuntamientos de Punta Umbría y Cartaya), sin faltar el precioso e impresionante pinar de pino piñonero que puebla todo el entorno.
Es que la Flecha del Rompido es muy especial, y dinámica. Esta flecha litoral, de indudable belleza, es uno de esos caprichos que nos regala la Señora Naturaleza. Es una formación arenosa que comenzó a crearse tras el terremoto de Lisboa de 1755, encontrando su origen en el aporte de materiales del río Piedras, el flujo mareal y en los vientos dominantes del suroeste (depósitos eólico-marinos), que se han unido para dar a la flecha un crecimiento anual de casi cuarenta metros (media del último siglo).
Río y mar, y en medio la flecha, cuanta belleza; cuantas orillas y cuantas playas, y qué colores, y qué luz, y es que estamos en la Costa de la Luz; y qué cielo…Y es que esta flecha tiene vida, es un ejemplo representativo del conjunto de formaciones litorales que caracterizan a la costa onubense, clasificada en términos geológicos como una costa mesomareal. Y esa vida, esa actividad de la flecha ha hecho posible que se haya creado una preciosa playa abierta al Atlántico, la playa de la Flecha del Rompido o Nueva Umbría, una playa virgen de arenas finas y doradas.
Precisamente esa actividad natural la contemplamos en la punta de la flecha. Podemos apreciar claramente las nuevas acumulaciones arenosas, cómo se va ampliando la flecha a través de montoncitos de arena a modo de pequeñas islas barrera.
Ya en mapas de la primera mitad del siglo XIX se apreciaban islas barrera en la zona de la actual flecha litoral. Entre las islas se abrían pasos o “rompidos” que comunicaban las marismas con el mar. De ahí tomó nombre la flecha y un pueblecito de pescadores que hoy es El Rompido, heredero del pueblo de San Miguel.
En la zona de nueva creación, incipientes plantas colonizadoras tratan de estabilizar las arenas, contribuyendo a la formación de la flecha (podemos apreciar las distintas tonalidades de la arena). Se trata de vegetación sabulícola (psemnófila), propia de suelos arenosos no consolidados. En las zonas más antiguas y estabilizadas se desarrollan bosquetes de retama y numerosos ejemplares de pino piñonero.
Y el maravilloso paseo por este gran escaparate paisajístico lo vamos a finalizar contemplando imágenes de las citadas urbanizaciones turísticas, su inmenso pinar y la laguna del Portil, que aporta el toque de agua dulce a la inmensidad salada, además de belleza.
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