Batopilas se localiza en las entrañas de una de las barrancas más profundas de la Sierra Madre Occidental, llamada también Sierra Tarahumara; para llegar al Pueblo Mágico, se toma el ferrocarril Chepe en Chihuahua y se hace escala en Creel, a partir de ahí, se viaja por 3 horas en una de las carreteras más espectaculares no sólo de México, sino del mundo.
Se tienen noticias de Batopilas desde 1704, gracias al explorador español José de la Cruz, quien encontró en el lugar ricos yacimientos mineros. Batopilas significa “Río Encajonado” en lengua Tarahumara, fue la segunda población en contar con energía eléctrica después de la ciudad de México. En su época de mayor esplendor, Batopilas dio la nota en el mundo gracias a la riqueza que brotó abundantemente de sus minas, llegó a tener hasta 10 mil habitantes.
Actualmente cuenta con poco más de mil habitantes y las reminiscencias de su fastuoso pasado se admiran en la arquitectura de casonas y haciendas de exquisito gusto, hoy convertidas en hoteles tipo Boutique. Visitar Batopilas es volver al menos un siglo en el tiempo.
Creció en la ladera del río del mismo nombre que proviene de una voz de origen rarámuri que significa “Río Encajonado”.
En las minas abundaba la plata, zinc y oro, atrayendo la atención del mundo, prominentes empresarios llegaron al pueblo. Alexander Shepherd reconocido en la historia como “el padre del Washington moderno” y magnate de la plata, construyó escuela, hospital y la magnífica Hacienda San Miguel, su residencia familiar donde vivió hasta el día de su muerte.
Actualmente es refugio predilecto de viajeros inspirados por la magnifica naturaleza, la historia, la geología, la música y la gente que se ha mantenido por siglos lejos del bullicio de la vida moderna.
Vas a sorprenderte con el cambio de vegetación que notarás conforme desciendes la barranca hasta verte inmerso en un clima subtropical al estar a 500 metros sobre el nivel del mar, árboles exuberantes como el copalquín, el vinorama y el árbol tescalama así como su entorno apacible de arquitectura colonial.
El trayecto desde Creel (140 kilómetros), también Pueblo Mágico es de 3 horas por una carretera con prolongadas curvas que sirven de mirador (Mirador de La Bufa) para maravillarse con el paisaje incomparable y el simple hecho de transitarlo es de valorarse al significar el resultado de un esfuerzo titánico -a lo largo de décadas- para conectar al antiguo mineral con la estación de tren.
Para los viajeros que emprenden la travesía requerida para llegar a una de las barrancas más profundas del mundo, encontrarán alrededor del centro, cerca del edificio de la Presidencia Municipal, varios establecimientos de hospedaje con servicios para todos los presupuestos, cuyo diferenciador es ofrecer un ambiente de desconexión y relajamiento total siendo factible para el turista ecológico, el buscador de experiencias culturales y de naturaleza con tintes de aventura.
Cabe resaltar que existe un hotel boutique en una de las casonas más antiguas del mineral. Perteneció a un afortunado minero que llegó a acumular riqueza suficiente para adquirir un Marquesado. El edificio fue cuidadosamente restaurado y decorado para brindar al huésped la experiencia del glamour de la bella época.
Recorrer las calles de Batopilas será un paseo multicolor y fotografiable por sus fachadas coloniales pintorescas. Siguiendo la ribera del río Batopilas a sólo 8 kilómetros del pueblo, encontrarás La Misión de Satevó, ejemplo de la arquitectura colonial del siglo XVII fue denominada como la “Catedral Perdida” por estar aislada del pueblo en lo profundo de la barranca.
Visita el antiguo acueducto de 3 kilómetros de largo construido a fines del siglo XIX por la Compañía Minera de Batopilas con fines hidroeléctricos. También encontrarás abierta para visitas la casa donde nació el ilustre Manuel Gómez Morín. Otras edificaciones destacables son la Presidencia Municipal, la Residencia del Marqués de Bustamante, la antigua Casa de Raya y la Casa Barffuson, hoy convertida en un exclusivo hotel boutique.
Camina por sus senderos y miradores, escucha las historias y leyendas, vive la experiencia de una fogata bajo la luna llena, practica ciclismo de montaña entre los cañones, disfruta la brisa de los saltos de agua de San Fernando cerca de Piedra Redonda y sus cascadas en barranca Los Plátanos, disfruta ser observador silencioso de la fauna de la región como venados, guajolotes silvestres, jabalíes, pumas, liebres, guacamayas, paloma montés, colibríes y codornices; admira el pueblo desde las alturas al subir a la tirolesa y sus puentes colgantes.
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