Dios de la lluvia apiádate de las bestias y de mí.
Vino tu llanto a redimir un mundo polvoriento y gris
hecho a medida del triste reptil.
Seguí la luz y te perdí, desde ese día rezaré
para que vuelvas envuelto en tu bruma.
Dejé a mi niña, dulce abril,
entre aire de fresas y jazmín;
se desdibuja en mi memoria
la umbría vereda que tantas veces recorrí.
Antiguos aromas flotando en el aire,
espíritu de la bruma, no volverán.
Ríe mi niña flotando en el suelo;
Dios de la lluvia, devuélveme al ayer.
Maldito el día en que crecí
dejando atrás el sueño aquel
del dulce mundo en que aprendí
el dificil arte de vivir.
Entre los campos verdes de abril,
lejos del mundo, muy cerca de ti.
Dios de la lluvia abrázame
y bajo tus nubes volveré a considerar
las múltiples formas de besar
el aire bañado en tu perfume singular
de antiguos aromas flotando en el aire
espíritu de la bruma, no volverán.
Ríe mi niña flotando entre helechos
Dios de la lluvia devuélveme al ayer
Dios de la lluvia apiádate
de las bestias y de mí, pobre mortal
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