Donald Trump arrebató la presidencia a Hillary Clinton en 2016 gracias al efecto distorsivo del Colegio Electoral en Estados Unidos. La candidata demócrata había al menos ganado el voto popular por 3 millones de sufragios, un consuelo que Kamala Harris tampoco pudo llevarse de la jornada electoral. A diferencia de Clinton, quien perdió por un margen ajustado en estados clave, Harris sufrió una derrota mucho más amplia, especialmente en el cinturón industrial (Pensilvania, Michigan y Wisconsin), donde el apoyo a Trump se consolidó. Además, Harris obtuvo menos apoyo de votantes independientes y rurales, segmentos donde Clinton logró mantenerse competitiva. La caída en la participación de minorías, especialmente entre afroamericanos y latinos, también contribuyó a esta nueva derrota de una candidata presidencial demócrata.
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