Derecho a la integridad.
Derecho a la integridad personal
El derecho a la integridad personal es un principio fundamental que reconoce y protege la dignidad y la seguridad de todas las personas. Este derecho establece que todas las personas tienen el derecho inherente a no ser sometidas a tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes, así como a no ser objeto de violencia física o psicológica.
El derecho a la integridad personal está reconocido y protegido por numerosos instrumentos internacionales de derechos humanos, como la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, entre otros.
Este derecho implica que los Estados tienen la responsabilidad de prevenir, investigar y sancionar cualquier acto de tortura, trato cruel, inhumano o degradante, así como de proteger a las personas de la violencia física o psicológica, ya sea cometida por agentes estatales o por actores no estatales.
Además, el derecho a la integridad personal incluye el derecho a la autonomía corporal y a la autodeterminación, lo que implica que cada persona tiene el derecho de tomar decisiones sobre su propio cuerpo y salud, así como el derecho a vivir libre de violencia y coerción.
En resumen, el derecho a la integridad personal es un derecho fundamental que protege la dignidad y seguridad de todas las personas, prohibiendo la tortura, los tratos crueles, inhumanos o degradantes, y garantizando el respeto a la autonomía corporal y la autodeterminación.
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