El sábado 11 de septiembre desayunamos con su esquela y parece que un alivio colectivo recorrió costa, sierra y selva.
Hijo de todo lo posible, genocida, terrorista, bestia. Un sinfín de calificativos se han dicho hoy entre sorbo y sorbo de café, como si las palabras pudieran convertirse en combustible para las calderas del infierno. infierno en el que él, por cierto, no creía. Se le acusa de ser el autor intelectual de más de 35.000 muertes. Murió a los 86 años víctima de múltiples afecciones y negándose a ser trasladado a un centro médico, pero el tema no está zanjado.
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