Mímesis
(Del lat. mimesis. Imitar, representar y este del Gr mimeistkai, imitar).
La mimesis, en términos generales, contiene a la representación (análoga condición del doble), sin embargo, la principal diferencia radicaría en su mecánica
la mimesis reencarna, en cambio, la representación traduce.
La mimesis escapa casi absolutamente a la comparación con el referente, se convierte en uno equivalente al original, sin embargo la producción mimética obliga el uso de rasgos representativos. Por el mismo motivo, si bien la mimesis es un sinónimo adecuado de analogía, en general se designa a la mímesis dentro de un parecido más absoluto y en consecuencia bajo un efecto de credibilidad, a pesar de que estas imágenes sean además diegéticas (cargadas de ficción). La mimesis en la historia del arte se desarrolló ampliamente a través del género de la naturaleza muerta, donde el pintor encontraba, en la excepcional inmovilidad del modelo, el provecho de exaltar ante un público su capacidad de duplicar la realidad.
En el siglo XIX, ante la aparición de la fotografía, se consideró este instrumento como el medio más satisfactorio de imitación perfecta (objetiva) de la realidad, según leyes de mecánica y óptica, sin la intervención de la mano del artista. A través de esta concepción mecánica de la realidad se inició el cuestionamiento de la función de la pintura, dentro de la función imitativa, como también se inició el análisis del estatuto de la fotografía dentro del arte, en tanto se trata de un medio tecnológico que se opone al trabajo (manual) del artista.
En filosofía, y dentro de un contexto de la imitación o representación teatral, Platón señala que la mimesis es solo la apariencia de las imágenes exteriores de las cosas, que constituyen el mundo opuesto al de las ideas. Esta imitación de la realidad, solo es una copia de la copia del mundo de las ideas. Por consiguiente, Platón renuncia a la imitación (mimesis) del mundo para adoptar el relato (lexis), en tanto este es la narración de la historia (diégesis), sin la presentación de los personajes, a través de un modelo de imitación de un acontecimiento a través de palabras. Por el contrario, para Aristóteles, no cabe la imitación del mundo ideal, en la Poética, la mimesis y su función imitativa es el modo esencial del arte para representar a la acción humana. Destacando, por este motivo, la función del poeta como el reconstructor de la fábula, a través de la imitación efectuada por los personajes en acción.
El filósofo contemporáneo Nelson Goodman desarrolla un complejo análisis de corte estructuralista sobre la teoría de los signos, señalando que es imposible imitar la realidad tal como es, puesto que siempre toda visión va acompañada de una interpretación bajo ciertas convenciones, por lo tanto definir la noción de imitación lleva a un sin número de confusiones, ya que no existe un ojo natural "inocente", por lo tanto, desde las preocupaciones en torno a las representaciones de lo real, no habría relación lógica entre el parecido (mimesis) de la realidad y los códigos empleados para su representación.
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