El sonido del cristal chocando suavemente resonaba en el restaurante más exclusivo de Guillermo Ferrer, "El Encanto del Sabor", donde cada detalle era cuidadosamente planeado para transmitir elegancia y perfección. Las luces cálidas iluminaban el comedor, llenándolo de una atmósfera acogedora que atraía a la élite de la ciudad. Guillermo, sentado en una mesa apartada, observaba el lugar con una mezcla de orgullo y melancolía.
A pesar de ser el dueño de una exitosa cadena de restaurantes de lujo, había un vacío que ni la fama ni el dinero podían llenar. Beatriz, el amor de su vida, había desaparecido hace 18 años, y su ausencia era una herida que el tiempo no lograba cerrar. Mientras los años pasaban, Guillermo construyó un imperio culinario, pero cada logro solo acentuaba la sensación de pérdida.
Esa noche, Guillermo revisaba un informe financiero, pero su mente divagaba en recuerdos de Beatriz. La imagen de su sonrisa, su risa ligera y los momentos que compartieron parecían tan vívidos como si hubieran ocurrido ayer. La última vez que la vio, tenía todo planeado: iba a pedirle matrimonio en una cena romántica. Pero ella nunca llegó. Nadie supo dónde estaba ni qué había pasado. Fue como si la tierra se la hubiera tragado.
“Señor Ferrer,” interrumpió su asistente personal, Carla, sacándolo de sus pensamientos. “Los clientes están satisfechos, y el chef envió sus saludos. Todo está bajo control.”
Guillermo asintió, pero no respondió de inmediato. Miró alrededor del restaurante, observando cómo los meseros iban y venían, atendiendo con precisión. Todo estaba en su lugar, como siempre. Sin embargo, una sensación inexplicable lo invadía esa noche, algo que no podía identificar.
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