La violencia digital de género es un fenómeno creciente que afecta principalmente a mujeres en todo el mundo. Facilitada por las TIC, esta forma de agresión genera graves consecuencias emocionales, sociales y económicas. Las víctimas experimentan ansiedad, depresión, y trastornos de estrés postraumático, agravados por el anonimato en los entornos digitales. Además, la violencia digital provoca aislamiento social, limitando las relaciones personales y profesionales de las víctimas, y les impone costos económicos, como la pérdida de oportunidades laborales.
Diversos estudios revelan que este tipo de violencia está normalizado en las plataformas digitales, afectando la libertad de expresión de las mujeres. Investigaciones de Amnistía Internacional, Pew Research y Luchadoras muestran cómo la violencia en línea refleja desigualdades estructurales de género. Ante la inacción de las plataformas digitales y sistemas judiciales, las agresiones continúan sin consecuencias para los perpetradores, mientras que las víctimas sufren las repercusiones en su vida diaria.
Combatir la violencia digital de género requiere una respuesta integral que abarque regulaciones efectivas, la responsabilidad de las plataformas tecnológicas y un cambio cultural que reconozca el impacto real de esta problemática. Solo a través de esfuerzos conjuntos entre gobiernos, organizaciones sociales y empresas tecnológicas se podrá garantizar un espacio digital seguro y justo para las mujeres.
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