En allanamientos a un inmueble, fue encontrado un laboratorio artesanal.
El líder de la banda delincuencial, instrumentalizaba a su propia abuelita, para entregar los alucinógenos a sus clientes.
Un trabajo de inteligencia y actividades judiciales de la Policía Metropolitana de Bogotá, con apoyo de la Secretaría de Seguridad, durante ocho meses, dejó al descubierto el emporio criminal que habían logrado conformar siete personas, integrantes de una estructura delincuencial conocida como ‘Los Sintéticos’, dedicados no solo a la comercialización, sino también a la fabricación de peligrosas drogas sintéticas. Un hombre a quien le decían ‘El Mono’ junto con su pareja sentimental, conocida como ‘Mery Jane’, eran quienes lideraban la estructura delincuencial.
Su vivienda está ubicada en el vecino municipio de Soacha, donde los investigadores encontraron un laboratorio artesanal, compuesto por una máquina tableadora y varios insumos, que utilizaban en la fabricación empírica de estupefacientes, como anfetaminas, éxtasis, 2CB o también conocida como la “cocaína rosada”, que no es más que una peligrosa mezcla de medicamentos veterinarios y sustancias químicas, sin duda alguna, letales para la salud de quienes las consumen.
Es así como en algunos audios de las interceptaciones adelantadas por la Policía, se evidenció la manera como ‘El Mono’ y otro hombre quien se hace llamar ‘Lobo’, conversan sobre la intoxicación que dichas sustancias le habrían ocasionado a dos personas, entre ellas una menor de edad, durante una de las rumbas electrónicas que solían frecuentar en un municipio del departamento del Tolima.
Durante la investigación que contó con actividades de seguimiento, vigilancia y la infiltración de una mujer Policía, quien durante cuatro meses logró adentrarse en los tentáculos de la estructura. Allí pudo establecer que otro hombre, alias ‘Gabriel’, con conocimientos empíricos en química farmacéutica, era el encargado de orientar el proceso para las mezclas que posteriormente distribuían en zonas de rumba, en el norte y sur de Bogotá, así como también, en municipios aledaños a la ciudad.
Un papel fundamental lo cumplía otro integrante de la estructura, quien aprovechaba su profesión como Disc Jockey, para ingresar las sustancias sintéticas a los establecimientos y ofrecerlas directamente a los clientes, pues además de esto, diseñaban los estupefacientes con presentaciones llamativas al público, como gomitas, pastillas de colores e incluso marcadas con caricaturas, que a simple vista parecerían inofensivas. Sin embargo, también utilizaban la modalidad de domicilios, donde alias ‘El Mono’, instrumentalizaba a su propia abuelita, una mujer de 70 años de edad, para entregar la droga y recibir el dinero, con el propósito de no levantar sospechas de las autoridades.
Lo mismo hacía otra mujer, conocida como ‘Daniela’, quien iba puerta a puerta entregando la mercancía solicitada. Cuando los clientes, en su mayoría jóvenes, les exigían drogas novedosas, que no siempre tenían en la “bodega”, denominación que le daban a un apartamento ubicado en el barrio Castilla en la localidad de Kennedy, alias ‘El Mono’ y ‘Mery Jane’ contactaban a otro sujeto, con el alias de ‘Fabián’, encargado de conseguir las nuevas sustancias y si era necesario, transportarlas a otras ciudades, tal como lo pensaban hacer en una rumba que se realizó en Cartagena.
Los siete sujetos fueron capturados por los delitos de concierto para delinquir, tráfico, fabricación y porte de estupefacientes. Un juez los cobijó con medida de aseguramiento en centro carcelario.
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