La vicepresidenta Rosario Murillo se hizo con el poder total en la Corte Suprema de Justicia (CSJ), al sacar —en la última semana— a su presidenta Alba Luz Ramos, y destituir a los directores de áreas claves de ese poder del Estado.
El exfuncionario judicial Yader Morazán, especialista en administración de justicia, y el exdiputado Eliseo Núñez, analista político, coincidieron en que la “barrida” de Rosario Murillo en el Poder Judicial se puede calificar como “un golpe de Estado”.
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