[ Ссылка ] Seis meses después de su toma de posesión, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, ha tenido que rendirse a la evidencia. La crisis se ha agudizado y el país ha entrado en recesión. Así lo muestran todos los indicadores económicos, empezando por el déficit público.
Con la mira puesta en reducirlo, Bruselas aceptó el pasado lunes ser más flexible con Madrid. Teniendo en cuenta que en 2011 el déficit creció hasta el 8,9%, el objetivo para 2012 ha pasado del 5,3% al 6,3%. En 2013 debería situarse en el 4,5% y no en el 3% pactado, para terminar en 2014 en el 2,8%, como exigen los tratados europeos. Pero a cambio, España deberá ahorrar 65.000 millones de euros en ese tiempo.
Con ese horizonte, Rajoy se ha visto obligado ha revisar sus promesas electorales. Su victoria en las urnas fue aplastante. Los españoles le dieron todo el poder para sacar al país de la crisis, pero seis meses después la situación ha empeorado.
Durante su investidura repitió que no tocaría las pensiones. Y por ahora no lo ha hecho, aunque es la única promesa que ha respetado.
El resto, son papel mojado. Comenzando por el IVA. Prometió mantenerlo inalterado y ha terminado escalando del 18 al 21%
Los socialistas se lo han recordado, ya que cuando estaba en la oposición, Rajoy hizo campaña en contra de los planes que tenía el entonces presidente Zapatero para elevarlo.
"La subida del IVA es el sablazo que el mal gobernante le pega a todos sus compatriotas que ya están muy castigados por la crisis", decía entonces Mariano Rajoy.
Hoy, el presidente del gobierno español ha anunciado los mayores recortes presupuestarios en la historia de la democracia. Su predecesor salió de la Moncloa por la puerta de atrás tras tomar unas medidas que no fueron tan dolorsas como estas. Pero Rajoy no es Zapatero. Si hay un rasgo que define al presidente del gobierno es su resistencia, dotada además de una buena dosis de pragmatismo.
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