Y se obró el Milagro del Lunes Santo:
Así calificaban muchos de los asistentes a la recogida de nuestra Estación de Penitencia lo sucedido, cuando justo al entrar el palio de María Santísima de la Merced, y ya a salvo, comenzó a llover copiosamente sobre nuestra casa de hermandad. Un milagro al que se sumó el esfuerzo y el trabajo de los mercedarios, de aquellos que cuidaron con esmero los preparativos, de quienes se desplazaron desde Km. de su residencia habitual para estar ese día con su Cristo y con su Virgen, de quienes participaron en la estación de Penitencia, de quienes rezaron, al caminar, mientras tocaban o mientras cargaban con los pasos. Pero también de quienes no pudieron salir y ofrecieron su sacrificio por los demás. En definitiva una entrega de toda la hermandad en su día más grande. Puso el broche final la Banda de la coronación que además de hacer la última levantá del palio como ya es tradición, ofreció los sones de campanilleros a la Reina de la Merced en acción de gracias por su XV Aniversario. La alegría embargó el patio y las nubes se nublaron con lágrimas que el cielo dejo caer llorando por la emoción.
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