EL PARQUE DE MARÍA LUISA DE SEVILLA
El origen remoto del Parque, está en los jardines del Palacio de los Duques de Montpensier y es fruto de la sensibilidad de una persona romántica, amante de Sevilla y amada por Sevilla que lega su afición a la ciudad que supo acogerla.
El Parque experimentó una metamorfosis, pasando de jardín privado a parque público. Por todo lo cual sufrió una serie de reformas hasta llegar a su actual fisonomía.
Uno de los rasgos distintivos del Parque es el énfasis que se otorga a las glorietas como espacios de cultura, conteniendo anaqueles que invitan a la lectura.
De la mano de los creadores del Parque, Lecolant, Forestier e incluso los actuales, se lleva a cabo una recreación de todas las tendencias de la jardinería, desde el paisajismo romántico inglés, a la influencia francesa, con importantes y destacadas aportaciones de la tradición hispanomusulmana.
El Parque de María Luisa es una obra de arte, Su situación a orillas del Guadalquivir, el Wad 'l-Quevir musulmán (el 'Gran Río' yemení), contribuye en no poca medida a potenciar la imagen romántica que a la ciudad se le reconoce.
El responsable de construir los jardines fue el francés Lecolant, proyectándolos con un trazado de estilo inglés. El arbolado fue la nota predominante, con cuadros de naranjos y arbustos entre sotos y veredas. Profusión de tiestos de flores, invernaderos, terrazas, albercas, fuentes por doquier, cenadores, cabañas, pajareras, jaulas, columnas, vasos, jarras, ruinas, y bancos rústicos. Todo esto denota un fuerte predominio de lo romántico, propio de la época.
El 23 de mayo de 1893 la Infanta María Luisa donó los Jardines de San Telmo a la ciudad de Sevilla. Con esta donación nace el Parque de María Luisa para disfrute de los sevillanos.
Por supuesto la rosa es una repetida explosión por todo el Parque; también pensamientos, lirios, clavellinas y geranios; nenúfares en los estanques. A más abundancia, cientos de macetas de todos los tamaños y formas, alegrando bordillos de fuentes y estanques, gradas de escaleras y desniveles.
El empleo de la cerámica está presente en multitud de revestimientos y como elemento decorativo en fuentes como la de 'las ranas' (obra de García Montalbán - 1914), El monumento dedicado a Bécquer, obra de Lorenzo Coullaut Valera, inaugurado en 1911, situado a la entrada del Parque entre la Avenida de Isabel I y la Avenida de María Luisa. Sobre un pedestal, el busto del eximio poeta; al pie sentadas están tres figuras de mujer, 'el amor que llega', 'el amor que vive' y 'el amor que muere'. Tras ellas, en bronce, 'el amor alado' en dos figuras, la una lanzando una flecha y la otra agonizante. Todo el conjunto queda amparado bajo la sombra de un soberbio taxodio más que centenario.
Y como éste, otros dedicados a Pedro Rodríguez de la Borbolla (1923) en la Avenida de los Plátanos, a los hermanos Álvarez Quintero (1925), a Juan Talavera, a Muñoz y Pabón, a Isabel la Católica, a Fernán Caballero, a Gutiérrez de Cetina y a la Infanta María Luisa, obra esta de Enrique Pérez Comendador. Por último la portada principal del Parque, en la Glorieta de San Diego (del Cid), cuya arquitectura fue de Vicente Traver, corriendo las esculturas por cuenta de Manolo Delgado Brackembury (la figura de Hispania) y de Pérez Comendador las estatuas laterales.
Cuando en abril de 1914, el Parque reformado abre sus puertas al público, la superficie total era de 350.000 metros cuadrados.
Complemento del Parque es las plazas de España y la de América, ambas obras de Aníbal González.
La Plaza de América aloja tres edificios singulares: el llamado 'Pabellón Mudéjar', el 'Pabellón Real' de estilo gótico tardío en ladrillo y con crestería de cerámica y el 'Pabellón de Bellas Artes' (hoy Museo Arqueológico) de fábrica neo-renacentista, con arquerías de medio punto y alegorías estatuarias personificando las Artes, la Historia y la Arqueología.
La Plaza de España salva el espacio entre el Parque y el Prado de San Sebastián, con una semielipse de 14.668 metros cuadrados de superficie. Se trata de un conjunto monumental inspirado en el Renacimiento y en el Barroco españoles, con empleo del ladrillo casi fundamentalmente. Una ría de unos 15 metros de ancho separa el paseo interior del centro de la Plaza, conectándolo mediante cuatro puentes radiales abalaustrados, con dedicación a Castilla, León, Aragón y Navarra cada uno. Los materiales empleados, aparte el omnipresente ladrillo, hierro forjado y repujado, madera tallada y mármol.
Ещё видео!