Ecos de la vieja Buenos Aires.
«Venía un coche por Defensa
del tranvía Anglo Argentino
y en la mitad del camino
encuentra un carro encajao.
¡Compañero, hágase a un lao!
dice al del carro el cochero
y le responde el carrero:
¡Avise si es comisario
o si lo han nombrao alcalde
o se cree que soy otario!
¿No está viendo como está
la rueda toda encajada?
y con carga tan pesada
no me puedo ni mover.
Si no vienen a poner
una cuarta, todo el día
estará el carro en la vía
y el cochero, ya enojado
le contesta: ¡dos biabazos te pondría por pesao!
Al oir los biabazos
el carrero retobao
pelando un amojosao
baja del carro ligero
lo desafía al cochero
a que cumpla lo que ha dicho.
El cochero, que es bien dicho
pelando una tararira
baja del coche y con rabia
dos puñaladas le tira
El carrero, que de vista
le ataja las dos puñaladas
y a las dos o tres paradas
le larga un viaje al cochero
que si éste no es tan ligero
y en el aire lo abaraja
media barriga le raja
como sandía costera
y le saca sin permiso los cinchulines afuera
(...)»
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