Devoción Matutina para Adultos quince de Diciembre del dos mil veinticuatro
EL título es: DIOS ES QUIEN NOS ENRIQUECE
El versículo para memorizar dice: “La bendición del Señor trae riquezas, sin que con ellas traiga tristeza” (Proverbios diez veintidós)
El texto de hoy contiene dos palabras que nos agradan a todos: “bendición” y “riquezas”. ¿Quién no quiere recibir la bendición del Señor? ¿Quién no quisiera tener riquezas?
Pero lo primero que cabe matizar aquí es que cuando hablamos de recibir la bendición divina, no necesariamente hablamos de riquezas materiales, pues Dios nos puede bendecir de muchas y variadas maneras que nos enriquecen, como, en efecto, lo hace.
Y también sabemos que, en ocasiones, las riquezas materiales de las que gozamos no fueron resultado de la bendición de Dios, sino que seguimos otros caminos para obtenerlas. En este sentido, las riquezas no siempre son una bendición para quien las posee, y esto lo sabemos muy bien.
“Las riquezas sin la bendición de Dios muchas veces causan tristeza, porque estorban al que las posee en su preparación para el mundo venidero al llenarlo de las preocupaciones propias de este mundo.
Pero las riquezas que vienen con la bendición de Dios no traen ninguna tristeza. Si se las considera como un depósito confiado por el Dueño celestial, redundan en bendición para el mayordomo fiel y para aquellos con quienes él las comparte”.
Como ves, la diferencia la hace una persona: Dios.
El retrato de hoy nos presenta a Jehová como el proveedor de las verdaderas riquezas, de las genuinas bendiciones, que sean muchas o pocas, nunca aparejan tristeza porque, en nuestra mayordomía, las gestionamos sabiendo que son bendiciones suyas y con un uso de cara a la vida eterna nuestra y de la humanidad.
Cuando Dios prospera, todo el entorno de la persona recibe el beneficio, y el resultado es paz. Dios no te va a dar una bendición que dañe a tu familia, tu salud o tu vida espiritual.
El pasaje bíblico de hoy nunca debe ser usado para enseñar que Dios tiene el plan de hacer ricos en bienes materiales a todos los que lo buscan con fidelidad (lo que se conoce como el evangelio de la prosperidad).
Creámoslo o no, a muchos cristianos les sería una carga difícil de llevar el tener que administrar riquezas. Lo que sí quiere hacer Dios es enriquecer tu vida, tu salud, tu familia, tu trabajo y tu vida espiritual, para que tengas cien veces más en este mundo y al final la vida eterna (lea Mateo diez y nueve veinte nueve).
Tomado de “Asi es Dios” por Roberto Herrera
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