[Curso de Cristología 2018, sesión 06]
* Arrio (250-336) fue un presbítero de la Iglesia de Alejandría, aunque recibió su formación intelectual en Antioquía de Siria. Como discípulo de esta gran escuela exegética de la Antigüedad, Arrio tenía gran interés por el sentido literal de la Escritura, así como bastante desconfianza de los métodos exegéticos alegóricos tan comunes en la Escuela de Alejandría,a la que sin embargo pertenecía jurídicamente.
* Arrio era lo que podemos llamar un líder natural, por su aspecto físico noble y destacado, su voz y expresión verbal, su forma de vida sobria, su inteligencia, su formación y su capacidad de tratar muy diversas personas. Por eso cuando, guiado por sus propias investigaciones y por las palabras de otros, Arrio empezó a enfatizar la diferencia y distancia, para él infinita, entre el Hijo y el Padre, atrajo sobre sí el rechazo y condena de su obispo, Alejandro de Alejandría. Es este también el tiempo en que el emperador Constantino, convencido ya de la verdad del cristianismo pero aún sin bautizarse, quiere dar unidad en las creencias religiosas en el imperio. Eventualmente las tensiones causadas en muchos lugares por la enseñanza arriana hicieron que el emperador convocara un Concilio, que se celebró en Nicea, en el 324. El propósito del emperador era por lo menos tan político como religioso: quería evitar divisiones y pugnas de poder entre los cristianos.
* El pensamiento de Arrrio puede sintetizarse en la afirmación: "Hubo una vez en que Dios era Dios y no había Hijo." Arrio distingue entre el Lógos y el Hijo, y mira al Hijo como una creatura--la más encumbrada, noble y santa de las creaturas, a través de la cual todo lo demás fue hecho. Sus textos básicos eran Juan 14,28 ("El Padre es mayor que yo") y Colosenses 1,15 ("[Cristo] primogénito de toda creatura").
* El arrianismo resultaba o puede resultar atractivo por varias razones:
(1) Hace más fácil conectar con los textos del Antiguo Testamento.
(2) Su estructura es próxima a algunas narrativas paganas, como el Demiurgo de Platón.
(3) Arrio no negaba del todo que Cristo fuera divino sino que veía su divinidad a la manera de la participación que nosotros tenemos en la naturaleza divina, según 2 Pedro 1,4. Ese Cristo parece en algún sentido más próximo a nosotros.
(4) Al dejar al Padre como habitante de "una luz inaccesible" (1 Timoteo 6,16) su teología puede parecer más respetuosa del misterio y la grandeza de la divinidad.
Pero es posible refutar a Arrio, y así hizo Nicea. Fue también el empeño prolongado de San Atanasio. Tres argumentos pueden destacarse:
(1) El pecado atenta contra Dios y daña la relación con Él. No puede ser solución a tal situación el amor de una creatura por elevada que se le suponga (véase Sobre la Encarnación, de San Atanasio, n.9). La redención, libremente querida por el Hijo, es un acto propiamente divino, y por eso "no hay otro Nombre por el que seamos salvos" (Hechos 4,12)
(2) La separación entre el Lógos y el Hijo no tiene sustento bíblico. Y si se admite la identidad entre el Lógos y el Hijo hay que admitir que el Lógos era Dios antes de la Encarnación (Juan 1).
(3) [De J. Ratzinger] La afirmación de Cristo, a saber, que está por encima del sábado, sólo puede indicar una prerrogativa divina anterior a la Cruz y la Pascua.
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