Familia de zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis) –el padre, la madre y una cría- avistada desde las pasarelas de visita del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y Villarrubia de los Ojos del Guadiana, en primavera, mientras de fondo se escucha el incesante, potente y rítmico cántico de un carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus). En las imágenes, uno de los padres, como es habitual en esta especie y sus otros parientes zampullín chico y somormujo lavanco, porta a la cría sobre su lomo, mientras el otro busca y provee de alimento a ambos, en especial al pequeño. Al respecto, indicar que el zampullín cuellinegro se trata de una especie eminentemente acuática y buceadora, siendo la captura de pequeños animalitos e insectos de agua su exclusiva fuente de alimento. Para ello, se ve obligado a sumergirse dentro del agua y buceando durante unos instantes -ayudándose de unos pies con membranas como la de los patos- procede a su busca y captura, para lo cual son unos verdaderos expertos, de ahí el por qué se les llama “zampullines”. Por otro lado, al igual también que el zampullín chico y el somormujo lavanco, el zampullín cuellinegro también presenta un plumaje invernal, de aspecto muy discreto y poco llamativo, y un plumaje nupcial y primaveral, en este caso mucho más llamativo –que es el que aparece en esta secuencia, sobre todo por los llamativos mechones o barbones amarillentos que partiendo de sus rojos ojos cuelgan de su cara- al ser la época de cortejo, reproducción y cría, siendo en ambos casos indistintos entre machos y hembras, pues, a diferencia de otras aves, esta especie no presenta dimorfismo sexual. Y de nuevo al igual que el zampullín chico y el somormujo lavanco –y como una vez más se puede apreciar en las imágenes y ya se ha adelantado líneas arriba-, las crías, una vez salen del cascarón, estas inmediatamente abandonan los nidos flotantes que construye esta especie y buscan a sus padres para ahora encontrar refugio entre el plumaje de sus lomos, de manera que a partir de entonces y hasta que ya alcanzan un tamaño considerable, los padres, indistintamente tanto el macho como la hembra, los transportan continuamente en sus espaldas, de manera que mientras uno de los padres los transporta, el otro no para de buscar alimento para ellos y llevárselo a la plataforma móvil en la que se refugian. Y si por cualquier motivo se caen del lomo del padre que los transporta, inmediatamente tratan de volver a subirse a él, haciéndolo, como si escalaran, con verdadero ímpetu.
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