Madrid, 15 may (efesalud.com). El enfermero Roberto Martín Serrano, del Consejo General de Enfermería de España, interviene en este vídeoblog para aclararnos cómo se toma la temperatura corporal o qué tipos de termómetros digitales se utilizan y dónde se colocan para que el resultado de la medición determine con exactitud el nivel de la fiebre de un paciente, ya sea recién nacido o un adulto centenario.
El personal sanitario mide la temperatura de los enfermos con "dos modelos de termómetros electrónicos igual de fiables e inofensivos (digitales y por infrarrojos) -afirma-, debido a que están en desuso y desaconsejados los termómetros de vidrio con mercurio.
"Este tipo de termómetros pueden causar heridas si se parten y, además, lo que podría ser peor, os pueden envenenar si el mercurio se absorbe en vuestro cuerpo", advierte Roberto.
Los termómetros digitales convierten en números las pequeñas variaciones de tensión obtenidas del paciente durante la toma de la temperatura. Emiten un aviso al completar el proceso, pasados unos minutos, y son de fácil lectura.
Los termómetros por infrarrojos son instantáneos, ofrecen la temperatura en apenas un segundo.
¿Y cómo se mide la temperatura del paciente?
Si el paciente es un bebé o un niño muy pequeño, el método más aconsejable es a través del recto, ya que es más complicado tomar la temperatura en la boca o en la axila. Antes de lubricar con vaselina el termómetro o el 'culete', se tranquiliza al nene.
"Colocamos al bebé sobre nuestro regazo e introducimos la sonda, o parte más estrecha, por el ano... solo uno o dos centímetros. Entonces se sujeta el termómetro con delicadeza y esperamos a que se escuche el soniquete 'pi, pi, pi' para retirarlo. En ese momento leeremos la temperatura en la pantalla digital del termómetro", cuenta.
La temperatura que se registra en la zona anal es aproximadamente un grado superior a la temperatura normal, que va de 36º o 36,5º a 37º centígrados; por lo que si el termómetro marcara 38º tendría fiebre, muchas de las veces como consecuencia de la lucha contra una infección, sobre todo en recién nacidos.
Si la temperatura se toma en la boca, la fiebre se indicaría con 37,5º y si es en la ingle o en la axila, con poco más de 37. Roberto tranquiliza a los padres si el valor de la medición da un poquito más alto: "No os asustéis. Llamad siempre a vuestr@ enfermer@ si tenéis algún tipo de duda".
Si el niño tiene más de cuatro años conviene medir la temperatura en otras zonas del cuerpo como si fueran personas adultas de cualquier edad, "incluido a Matusalén si estuviera hospitalizado". Se utiliza la axila, la ingle o la boca. La temperatura normal será de 36º o 36.5º centígrados.
"Cualquier 'decimilla de la abuela' podría indicar febrícula, trastorno que varía a lo largo del día por los ritmos circadianos, normalmente hacia las primeras horas de la noche, por el cansancio acumulado o porque la enfermedad toma cuerpo y no solo no disminuye, sino que aumenta", dice.
La temperatura "inmediata" y sin grandes molestias para el enfermo se consigue con el termómetro de infrarrojos.
"Tanto en bebés, como en niños y adultos, los grados se registran apoyando el dispositivo en la frente. Se pulsa el botón y el 'pi' repentino se escucha a la vez que la pantalla se ilumina en verde o en rojo, dependiendo de la fiebre", describe el enfermero.
Por último, Roberto Martín Serrano hace hincapié en el riesgo que entraña el uso de los clásicos termómetros de mercurio.
"Si tenéis un termómetro de estos en el botiquín de vuestra casa no dudéis un solo momento en reciclarlo en la farmacia más cercana, ya que el mercurio, un metal de color plateado brillante, líquido a temperatura ambiente y más pesado que el plomo, "es tóxico para el organismo", concluye.
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