Con el castillo de Peracense vamos a iniciar un precioso recorrido por la provincia de Teruel para dar a conocer la riqueza e importancia del patrimonio fortificado de dicha provincia.
La ubicación geoestratégica de Teruel, en una encrucijada natural de caminos, ha convertido el territorio en escenario de diferentes conflictos bélicos (enfrentamientos civiles musulmanes, el proceso reconquistador, enfrentamientos con el vecino Reino de Castilla…), dando como resultado una enorme proliferación de recintos fortificados (más de 500). Algunos de ellos han sido restaurados, si bien la mayoría solo conservan un leve testigo de su existencia.
Ya estamos observando el castillo de Peracense, uno de los más originales y mejor conservados de Aragón. Sus 4.000 m2 se asientan sobre una prolongación rocosa de rodeno (arenisca de color rojizo) fuertemente escarpada, que pertenece a la terminación sur de Sierra Menera, junto al cerro de San Ginés. Con esta piedra de rodeno se realizó la construcción de la fortaleza. Gracias a ello, el castillo queda perfectamente mimetizado con el paisaje.
Suavemente vamos observando el castillo, tanto su exterior como sus patios interiores. Esta fortaleza está conformada por tres recintos concéntricos que se asientan, como hemos comentado, sobre afloramientos de areniscas rojas que fueron parcialmente picados y modificados para mejorar la defensa. Precisamente este rodeno, en forma de megalitos, mampuestos y sillares asentados con mortero de cal y yeso, es el material principalmente utilizado en la construcción de los muros de esta fortaleza.
El recinto exterior cuenta con una poderosa muralla almenada en ángulo recto dotada de varias torres y con nivel de saeteras, el cual protege una amplia explanada o albacar. Las antiguas caballerizas actualmente albergan los aseos, una sala de exposiciones y la tienda.
El recinto medio está formado por una muralla irregular adaptada a la roca. Las antiguas estancias de la tropa han sido reconvertidas en museo y sala de actividades. Como podemos apreciar en las imágenes, los dos patios del castillo albergan una exposición con reproducciones de armas de asedio a tamaño real.
El recinto superior está ubicado en lo alto de un escarpado peñasco rocoso, estando configurado en tres terrazas sucesivas hasta la cubierta superior, desde donde se puede dominar visualmente todo el valle del Jiloca (afluente del Jalón, que a su vez lo es del río Ebro).
El solar del castillo ya se ocupó desde el final de la Edad de Bronce. El castillo se ocupó de nuevo en época islámica (siglos X y XI). Pasa a manos cristianas y se sabe que en 1301 es propiedad de Juan Ximénez de Urrea, que es vendido tras su muerte. A mediados del siglo XV, con Alfonso IV y Pedro IV, se realizaron las grandes reformas y ampliación del castillo, con la total construcción del recinto exterior incluida. Con la unificación de los reinos de Castilla y Aragón, se hace cargo del castillo la Comunidad de Aldeas de Daroca, perdiendo su función defensiva y estratégica, produciéndose así el abandono y el desuso.
Actualmente, el castillo es propiedad del Ayuntamiento de Peracense. En 1987, la Diputación General de Aragón acometió su restauración, siendo en estos momentos el principal motor turístico de la zona.
Observamos una y otra vez el impresionante castillo, con sus recintos, así como el paisaje exterior. La erosión del propio rodeno permite obtener unas fantásticas vistas del entorno, especialmente del valle del Jiloca. En ese valle podemos apreciar el núcleo urbano de Peracense, municipio de 85 habitantes con la mayoría de sus edificios, como la iglesia o el ayuntamiento, construidos con piedra de rodeno, como el castillo, característico por su color rojizo.
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