Comentarios al Evangelio.
Padre Jesús Higueras.
Agosto 13 2018.
EVANGELIO.
Los hijos están exentos del impuesto.
Del Evangelio según san Mateo 17, 22-27.
En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar”. Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza. Cuando llegaron a Cafarnaún, se acercaron a Pedro los recaudadores de impuesto para el templo y le dijeron: “¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?”. Él les respondió: “Sí lo paga”.
Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?”. Pedro le respondió: “A los extraños”. Entonces Jesús le dijo: “Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti”.
Palabra del Señor.
Reflexión del Evangelio de hoy.
Se apoyó sobre mí la mano del Señor.
Nos encontramos en el comienzo del libro del profeta Ezequiel, que antes de su ministerio profético era sacerdote en el Templo de Jerusalén. Su personalidad y su oficio no fueron lo más adecuado para prepararle a su ministerio profético. Un sacerdote, especialista del culto y responsable de la enseñanza sobre lo sagrado y lo profano, no es precisamente el hombre de la creatividad y la apertura. Sin embargo, el Señor va a convertirlo en su portavoz en un tiempo de crisis profunda, el destierro, y en tierra extranjera, Babilonia. Ezequiel formó parte del primer grupo de exiliados que abandonó Judá en el año 597 a.C.
El profeta señala en esta visión divina, posterior a su introducción autobiográfica, que la mano del Señor le dirige en su misión profética. El norte representa aquí el lugar dónde reside Dios y su manifestación adquiere la forma de tormenta, cómo otras descripciones del AT: Ex 19 y 24 o Jue 5. La nube acapara la mirada del profeta y sus reflejos revelan una presencia, hasta vislumbrar cuatro seres con figura humana. El autor orquesta un estruendo dónde la voz de Dios es el trueno y tiene que sonar por encima de la plataforma. El profeta distingue sobre la plataforma de cristal, soportada por las alas de los vivientes, una piedra de zafiro, que hace de trono, y sobre él una figura semejante a un hombre resplandeciente. Es el Señor en toda su majestad y gloria. Ante tal manifestación divina, Ezequiel cae de rodillas en un sentimiento de adoración y de reconocimiento de su propia indignidad. Toda la visión ha transcurrido en silencio, nuestro profeta no ha escuchado voz alguna, hasta que el Señor le hable en el capítulo siguiente.
El simbolismo de esta visión deslumbradora parece girar en torno a la idea de la presencia del Señor entre los exilados en Babilonia. Dios no los ha abandonado, y por eso los visita en toda su majestad. El pueblo de Israel en el destierro se creía alejado de la providencia de su Dios. El castigo del cautiverio era para ellos como un velo que se interponía en las relaciones con el Dios de sus padres, y de ahí el desaliento y la desesperación. Por eso, esta visión del profeta del exilio quiere hacer ver que el Señor está también al lado de los desterrados, que su presencia en medio de ellos es firme y fortalece cualquier tipo de desánimo. El destierro, la crisis, el desaliento o la muerte no tienen la última palabra, la fe en Dios es lo que nos ayudará a mantener viva la esperanza.
Ещё видео!