Arica, ciudad y puerto del norte grande de Chile, se convirtió desde época colonial en un punto estratégico, debido a que su puerto fue ocupado para el transporte de mercancías y de la plata proveniente de Potosí hacia Europa, administrado en ese entonces por el Virreinato de Perú.“La trata transatlántica de esclavos en la Colonia generó la mayor migración forzada de poblaciones africanas y el despojo de sus tierras. Su llegada a América del Sur tuvo estrecha relación con el auge minero en Potosí y africanos esclavizados desembarcaron desde el siglo XVI en Arica para trabajar tanto en las minas como en la agricultura de los valles de Azapa y Lluta, en plantaciones de caña de azúcar, algodón y luego olivo”, indica el libro Identidad negra en tiempos de chilenización; memorias de abuelos y abuelas afrodescendientes de Arica y el Valle de Azapa (2017) de las antropólogas Javiera Alarcón, Isabel Araya y Nicole Chávez.Tras la proclamación de las independencias en la región a comienzos del siglo XIX, Arica fue administrada por la República del Perú. No obstante, a finales de ese mismo siglo, se produce la Guerra del Pacífico, hecho que produce un nuevo quiebre en la vida y en la identidad de las poblaciones afrodescendientes locales. Según explica el historiador chileno Luis Ortega en su libro Los empresarios, la política y los orígenes de la Guerra del Pacífico (Flacso, 1984), “el enfrentamiento fue impulsado por un segmento de la elite política y empresarial, que presionó al gobierno chileno, manejó la prensa y movilizó a las masas para que el conflicto condujera inevitablemente al estallido de la guerra e incorporara territorios ricos en salitres a la soberanía chilena”.La victoria de Chile queda sellada bajo la firma del Tratado de Ancón, en octubre de 1881. Este concedió a Chile en forma permanente el Departamento de Tarapacá y en forma provisoria el de Arica, fijando en diez años el plazo para la realización de un plebiscito, para que fuera la población local la que decidiese a qué nación pertenecer. Finalmente, la votación no se realizó y se dividió en dos el territorio: Arica quedó definitivamente en territorio chileno y Tacna retornó a Perú, según recoge Memoria Chilena.Cristian Báez Lazcano (45 años), afrodescendiente del valle de Azapa y presidente de la organización Lumbanga, explica que en esos tiempos, la ciudad de Arica arrojó en su último censo casi un 57% de población afro, solamente en la zona urbana, y un 90% en el Valle de Azapa. “La chilenización es igual a blanqueamiento. Ese momento histórico es muy negativo para nuestro pueblo afro porque es cuando comienza a negarse nuestra negritud. Para ser chileno uno tenía que ser blanco. Los mismos abuelos incluso tenían eso metido para describir a las personas. Mi abuela Rosa Ríos, que en paz descanse, cuando alguien venía a verme me decía ‘te estaban buscando Cristian’ y yo le decía ¿y quién era abueli? Y me contestaba, “no sé, pero era medio achilenao”.Para Marta Salgado, la chilenización fue un proceso de “transculturación y aculturación”. “Después de ganar la Guerra del Pacífico o la Guerra del Salitre que también se llamó así, Chile impone el nacionalismo a la fuerza, lo que en un momento se llamó la guerra sin fusiles. Gastaron muchísima plata para este proceso. Vino en el tema de la escuela, la iglesia y la imposición del servicio militar. Luego también la creación de las Ligas Patrióticas y las organizaciones que se crearon desde la masonería. Toda una estructura administrativa para imponer el nacionalismo chileno en estos territorios”.Las Ligas Patrióticas existieron en forma intermitente desde la década de 1910 hasta 1930 principalmente en las provincias de Tarapacá y Antofagasta, caracterizados por un discurso xenófobo, racista y nacionalista. Según el artículo Las Ligas Patrióticas de la Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Tarapacá (2017) estos grupos paramilitares, eran “ilegales pero aceptados por la sociedad civil y el Estado chilenos, organizados con el propósito de expulsar a la población peruana residente previo al anunciado plebiscito de Tacna, contribuyendo con ello a terminar con el periodo internacionalista y pluriétnico de la región, e iniciar el periodo nacionalista y de región frontera”.Báez, autor de Lumbanga: memorias orales de la cultura afrochilena (Centro Mohammed VI para el Diálogo de Civilizaciones, 2012), señala que estas brigadas, “recorrían la ciudad y sus valles para amenazar a las personas y así, se fueran de Arica o sino, los iban a matar por las noches. Este aviso tenía una señal, donde se les marcaba con una cruz negra en las puertas de sus casas, el cual esta señal era pintada con alquitrán”.Ver aquí en “Interferencia”, más información de la fuente escrita: [ Ссылка ] Ver aquí en “ÍCNEO audiovisual”, más información de la fuente en video: [ Ссылка ]
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