Durante décadas, el pescado en conserva se consideró comida de pobres. Uno no puede creerlo cuando abre una lata de sardinas portuguesas de las empresas tradicionales: buen aceite, todo tipo de ingredientes y un pescado de sabor maravilloso. Estos manjares de larga duración no gozaban de buena reputación entre la alta cocina. Ahora en Portugal se están redescubriendo. Pero el aumento de la demanda de sardinas no son buenas noticias para las ya escasas existencias de esta especie.
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