Historia de vida:

Ella nació en mayo de 1874 en Jericó, Antioquia, Colombia El nombre que tuvo la primera santa colombiana, no fue escogido por sus padres, sino por el sacerdote que la bautizó el mismo día que nació. EL presbítero la nombró Laura porque es un derivado de la palabra laurel que significa inmortalidad.

Cuando tenía dos años sufrió la muerte de su padre, quedando con su madre y hermanos en orfandad y dura pobreza, mendigando cariño entre sus mismos familiares, lo que le permitió a su madre enseñarla a perdonar para fortalecer su carácter, aceptando con amor el sacrificio. Por la escasez de recursos, Santa Laura crece sin estudios hasta la edad de 16 años cuando ingresa en la Normal de Institutoras de Medellín para ser maestra elemental, y de esta manera ganarse el sustento diario. Se destacó por formar con la palabra y el ejemplo como muestra de la excelencia de su pedagogía en la formación de cristianas generaciones.

El Espíritu de Dios y la lectura de la sagrada Escritura la llevaron a la oración contemplativa, penitencia y el deseo de hacerse religiosa. Una tarde después de terminar sus clases fue a visitar el Santísimo y tuvo su encuentro místico con Dios. Movida por el Espíritu Santo decide "catequizar" personalmente a los indígenas y encabeza una congregación liderada por mujeres. Su misión se realiza en lugares selváticos e incomunicados. Vive, comparte y trata de pensar como ellos, se deja guiar por el amor, no impone nada por la fuerza, sino que convence con el testimonio, con la vida misma de pobreza, humildad, sencillez, bondad y amor eficaz.

Es así como a sus 40 años funda la familia de Las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena con mujeres intrépidas, valientes, llenas del amor de Dios, que pudieran asimilar su vida a la de los pobres habitantes de la selva amados tiernamente por Dios y comprendiendo su dignidad humana para levantarlos hacia El. Y no con la fuerza de las armas, sino con la debilidad femenina apoyada en el Crucifijo y sostenida por un gran amor a María, la Madre y Maestra de esta Obra misionera. Se insertó en su cultura, vivió como ellos en pobreza, sencillez y humildad, y de esta manera derribó el muro de discriminación racial que mantenían algunos líderes civiles y religiosos de su tiempo.

La Madre Laura vivió para la Iglesia a quien amó extender sus fronteras no midió dificultades, sacrificios, humillaciones y calumnias. Pasó sus últimos nueve años en silla de ruedas sin dejar su apostolado de la palabra y de la pluma. Murió el 21 de octubre de 1949 a los 75 años, pero su huella está presente en 19 países distribuida en América, África y Europa.
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Voces: Ludy Mariam Niño - Maria Angelica Castellanos
(Servidoras Asociación Jesús en Tí Confío)
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