En el año 1480, casi ochocientos años después de la batalla de Guadalete, sólo quedaba un pequeño Estado musulmán en la península ibérica, el emirato nazarí de Granada, un reino vasallo de la corona de Castilla que había sobrevivido a las grandes campañas cristianas del siglo XIII. Desde aquel momento los nazaríes fueron perdiendo territorios de manera paulatina, pero conservaron la joya de la corona, la ciudad de Granada, junto a una amplia fachada costera con dos importantes puertos, los de Málaga y Almería, que les permitían mantener el contacto con el norte de África. El emirato granadino prosperó durante más de dos siglos al constituirse en un puente comercial, humano y cultural entre la Europa tardomedieval y las ciudades del Magreb.
Pero aquello no dejaba de ser una excepción. Su situación era precaria y que durase tanto fue casi un milagro. Rodeado por completo por tierras castellanas, mantuvo su independencia en parte comprándosela a los monarcas de Castilla mediante tributos, en parte defendiendo con ahínco sus fronteras, que se correspondían con las de las serranías béticas meridionales, y en parte por la crónica inestabilidad política en Castilla. Ésta última llegó a su fin en 1479 con la victoria en una guerra civil de la reina Isabel sobre la pretendiente al trono, su sobrina Juana, hija de Enrique IV. Isabel, además, había contraído matrimonio años antes con Fernando, heredero de la Corona de Aragón que ese mismo año fue proclamado rey por lo que ambos reinos, los mayores de la España cristiana, salían refortalecidos.
Desde aquel momento suerte de los granadinos estaba echada. La determinación de estos dos monarcas por recuperar Granada y sus puertos, y las continuas disputas dinásticas dentro de la familia real sellaron el final del emirato. La guerra estalló en 1482 y duró diez años. No fue una guerra continua ni especialmente sangrienta, si se dilató tanto en el tiempo se debió a que los castellanos se lo tomaron con calma porque preferían negociar las rendiciones antes que lograrlas por las malas exponiéndose a una posible derrota que mermase la moral. Pero eso no significa que no proliferasen los hechos de armas, algunos muy sonados como la toma de Málaga en 1487, los asedios y el asalto final sobre Granada, para lo que Isabel y Fernando decidieron construir un campamento, Santa Fe, que terminaría convirtiéndose en una ciudad.
A finales de 1491 el último emir, Boabdil, tiró la toalla y se avino a negociar unas capitulaciones que se sustanciaron en la entrega de la ciudad a los reyes cristianos el 2 de enero de 1492. Aquello supuso el momento álgido del reinado de los que unos después serían recompensados por el Papa Alejandro VI con el título de Reyes Católicos. Granada pasó a convertirse en reino, ciudad principal y jardín de la Corona de Castilla. Allí establecieron una Real Audiencia, una Real Chancillería, ordenaron la construcción de una catedral y una capilla real que serviría de morada eterna para los reyes que habían conquistado la ciudad.
Hoy en La ContraHistoria vamos a dar un repaso a esta guerra que tanta importancia tuvo en la historia de España y que marcó el pasó de la Edad Media a la modernidad.
En El ContraSello:
- La conquista de la Axarquía
- El mercurio en la minería romana
- El padre de Alfonso XII
Bibliografía
- "La guerra de Granada" de Miguel Ángel Ladero Quesada - [ Ссылка ]
- "Las guerras de Granada" de Luis Suárez Fernández - [ Ссылка ]
- "Guerra de Granada" de Alonso de Palencia - [ Ссылка ]
- "La España de los Reyes Católicos" de Miguel Ángel Ladero Quesada - [ Ссылка ]
- "Los Reyes Católicos" de Juan Eslava Galán - [ Ссылка ]
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