Generalmente, la hepatitis canina no tiene cura. Pero muchos perros pueden tener una buena calidad de vida relativamente libre de síntomas con un tratamiento continuado y los controles necesarios. Tendrás que realizar análisis de sangre con regularidad para evaluar la respuesta de tu perro al tratamiento y ajustar los medicamentos.
El tratamiento para la hepatitis canina es sintomático y de apoyo. Los objetivos del tratamiento son limitar las infecciones bacterianas secundarias, controlar el equilibrio de fluidos y controlar las tendencias hemorrágicas, así como aliviar los síntomas que sufre tu perro.
Se administran antibióticos de amplio espectro para controlar las infecciones bacterianas secundarias. Para equilibrar los fluidos, podrán administrar a tu perro soluciones electrolíticas equilibradas por vía intravenosa. Algunas veces, es necesario realizar una transfusión de sangre o plasma. Los casos agudos requieren hospitalización.
Aunque la opacidad transitoria de la córnea, también denominada “ojo azul”, no suele requerir tratamiento, una pomada oftalmológica aliviará los síntomas dolorosos asociados a ella. Los perros con nubes en la córnea deben ser protegidos contra la luz brillante, ya que les molesta mucho.
Por lo general, tu veterinario te recetará medicamentos inmunosupresores o antiinflamatorios.
En casos específicos, como la hepatitis asociada a la acumulación de cobre, perros que presenten acumulación de líquido en el abdomen o aparición de signos neurológicos, se administrarán medicamentos adicionales.
Además de tratar la enfermedad hepática, es importante controlar y prevenir complicaciones, como la encefalopatía hepática y las hemorragias de hígado.
Tu veterinario controlará también que los niveles de amoníaco en sangre se mantengan bajos y la coagulación de la sangre.
Asimismo, tratará de prevenir las convulsiones y otros efectos adversos de la enfermedad.
Es posible que tengas que administrar antiácidos a tu perro para prevenir la aparición de úlceras gástricas y duodenales.
Es recomendable una dieta especial para la insuficiencia hepática. Estas dietas son bajas en proteínas, para evitar sobrecargar el hígado.
La vacunación es un medio muy eficaz para prevenir la hepatitis vírica. Existen vacunas inyectables de virus vivos modificados que contienen CAV-2. Esta vacuna protege contra la hepatitis canina y contra dos de los adenovirus implicados en la tos de las perreras.
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