A principios del siglo V Hispania, es invadida y repartida por una federación de pueblos bárbaros (alanos, suevos y vándalos). El Imperio Romano para restaurar la situación recurre a los visigodos, pueblo germánico, con el que pacta una alianza militar. Gracias a los visigodos se restableció parcialmente el control imperial en Hispania, con la excepción del reino suevo –actuales norte de Portugal y Galicia-. A mediados del siglo V, los visigodos terminan controlando Hispania.

La organización política de los visigodos se sustentaba en el derecho germánico. La institución fundamental de gobierno era la Asamblea de los hombres libres (nobleza guerrera terrateniente), en la que residía el poder del reino, que era conferido a un rey (monarquía electiva). Algunos reyes visigodos de fuerte personalidad (Leovigildo, Chindasvinto..) intentaron sustituir el sistema electivo por el de una monarquía autoritaria basada en el principio hereditario, pero sin éxito (los destronamientos y asesinatos de reyes fueron algo habitual), El resultado fue un poder central débil, dominado por clanes nobiliario

Otro bloque de poder estaba formado por las jerarquías religiosas (obispos) que a través de la celebración regular de concilios en Toledo intervenían en la política de la época, su papel en la legitimización real era muy importante al establecer toda una serie de ceremonial simbólico (ungimiento),

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