Hace un año el optimismo en Colombia sobre la presidencia de Gustavo Petro rondaba el 56%. Casi doce meses después, el pesimismo ronda el 59%. La luna de miel de la que gozan todos los gobiernos en su primer año se mantuvo en el primer semestre: el presidente logró aprobar una reforma tributaria progresiva, restablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela, y sentarse a hablar cordialmente (y hacer alianzas) con antiguos enemigos políticos. El proyecto del cambio viajaba en una autopista despejada. Pero la vía se convirtió en una trocha empantanada durante el segundo semestre: los ceses al fuego de la paz total no arrancaban, la coalición del Gobierno se rompió ante la reforma a la salud, y declaraciones de antiguos aliados y del hijo del presidente propiciaron una herida profunda al Gobierno. El Petro conciliador que llamaba a la unidad política se ha convertido en uno más confrontacional que llama a manifestaciones para defender sus reformas ante los políticos, y que pelea seguido con el fiscal (un claro opositor) o los medios (cuando le molesta un ángulo desfavorable). Así fue, en cinco fotos, el auge del optimismo y la caída libre hacia el pesimismo.
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