El autor hace en estos relatos una provechosa utilización de los relatos orales, de la mitología maya y de sus vivencias de aventurero incansable. Preciosos cuentos en donde se humanizan animales propios de las selvas del trópico centroamericano. Si bien el estilo de La mansión del pájaro serpiente --que no es otro que el quetzal, que recibe su sobrenombre debido a que su larga cola bífida y lo colorido de su plumaje dan la impresión de que arrastra dos víboras-- con su pintoresquismo y sus reiteraciones permite ubicar al escritor Virgilio Rodríguez Macal como descendiente del Popol Vuh, el tipo de sus ficciones lo afilia también a la cuentística para crear un mundo donde y como ellos viven en mundo desconocido para muchos pero familiar para otros de manera que nos da a conocer la sencillez de una mansión verde llena esplendidos especímenes jamás vistos por personas.
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