Yo también, como Manuel Valls, querría ser ministro de ultramar. Pero no ministro de ultramar de Francia, sino de España, que de ultramar ya solo tiene el café que importa de Colombia y los garbanzos que compramos a México. Suena muy decimonónico eso de ministro de ultramar, muy de la época de Isabel II, de cuando España había perdido sus colonias y santo Domingo, la actual República Dominicana, dudaba entre volver a ser española o seguir siendo dominicana.
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