Tomamos una botella de plástico de 50 centilitros. Se recomiendan las botellas de refrescos, y no las de agua, pues las primeras tienen un plástico más duro y aguantan mejor la presión.
Llenamos un tercio de la capacidad de la botella con vinagre de vino blanco.
En una servilleta de papel, echamos unas cucharadas de bicarbonato sódico. Liamos la servilleta y cortamos el trozo sobrante. Aplicamos cinta adhesiva en el culo y boca de la bolsa, para evitar que el bicarbonato termine saliéndose.
Colocamos la bolsita saliendo del cuello de la botella, y a continuación ponemos el tapón. El tapón debe estar bien apretado, para que solamente salte cuando la botella haya cogido una gran presión.
Volcamos la botella y la agitamos para que el bicarbonato se empiece a mezclar con el vinagre. Estos dos componentes crearán gas dióxido de carbono. Sabremos que el cohete está a punto de saltar cuando veamos que se forma un burbujeo de color blanco dentro de la botella. Además, notaremos con los dedos que la botella está hinchada.
Si el tapón está muy apretado, es posible que el cohete aguante la presión sin saltar. En ese caso, deberemos tirar la botella al suelo para darle un extra de presión a esta, de manera que el tapón termine saltando.
Y esto es todo, gracias.
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