En barcos pesquero con una tripulación de 25 personas, se inicia el recorrido para obtener parte del atún que se consume en el mundo.
Pero, ¿de dónde viene el atún? La tripulación está conformada por un capitán, que conoce el itinerario con las rutas para la pesca; un navegador o piloto, y un cocinero, a los que se suman el personal de cubierta y manejo de máquinas.
Las embarcaciones disponen de tres características especiales: temperaturas para la conservación del producto de hasta 18 grados centígrados bajo cero, sistema hidráulico dotado para largas travesías y aparejos de pesca especiales.
Los barcos utilizados tienen capacidades de 500, 1.000 y hasta 1.300 toneladas. El viaje de pesca dura entre 60 y 90 días.
Las embarcaciones están dotadas de un helicóptero, lanchas rápidas, un pangón, grúas y una torre de vigía. La red utilizada para pescar atunes tiene dos kilómetros de largo y hasta 2.000 metros de profundidad.
Hay tres tipos de atunes que son los más consumidos: aleta amarilla, ojo grande y barrilete. Por su gran tamaño y mejor sabor, las grandes empresas se centran en el primero, también conocido como Yellowfin.
Una vez en aguas internacionales, para pescarlo el helicóptero hace sobrevuelos en busca de los cardúmenes. Cuando los detecta, la aeronave avisa de inmediato al capitán del barco.
Tras recibir la orden del capitán, las lanchas rápidas parten para apoyar la faena y evitar que el cardumen seleccionado se disperse.
Se estima que los atunes nadan a una velocidad de 75 kilómetros por hora y pueden recorrer distancias de hasta 100 kilómetros por día.
Desde una panga liberan la red y, de esa forma, encierran el cardumen. Luego de la pesca, los atunes son almacenados en los cuartos de congelación hasta que el barco retorna a la planta de procesamiento.
Los atuneros llevan a bordo un observador independiente vinculado a la Comisión Interamericana de Atún Tropical, CIAT, que cumple el rol de veedor durante la faena de pesca. Este toma nota de todo lo que pasa durante la travesía de pesca y envía reportes semanales a sus jefes en tierra. Uno de los mayores cuidados que deben tener en las faenas es no pescar delfines porque puede representar sanciones económicas, la suspensión de la licencia o permiso para pescar en aguas internacionales y los capitanes pueden ser objeto de medidas disciplinarias. Por eso los atuneros están dotados de instrumentos que evitan que los delfines queden atrapados en la red y es una obligación liberarlos si esto llega a suceder.
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