Durante tres años de severo entrenamiento bajo el gran maestro Gizan, Koshu fue incapaz de alcanzar satori.
Al comienzo de una sesión especial de disciplina de siete días, pensó que por fin había llegado su oportunidad. Escaló la torre de la fachada del templo, y subiendo por las imágenes de los arhat hizo esta promesa: O realizo mis sueños aquí arriba, o encontrarán un cadáver a los pies de esta torre.
Estuvo sin comer ni dormir, entregándose a un constante zazen, a menudo gritando cosas como: ¿Cómo será mi karma que a pesar de todos estos esfuerzos no puedo encontrar la vía?
Al final admitió el fracaso, y, decidido a acabar con todo, se acercó a la barandilla y lentamente pasó la pierna sobre ella. En ese mismo instante tuvo un despertar.
Entusiasmado, bajó a toda prisa las escaleras y corrió bajo la lluvia hasta la habitación de Gizan.
Antes de que pudiera hablar, el maestro gritó: ¡Bravo!, por fin has tenido tu día...
Ещё видео!