Dentro de la economía, se pueden dar dos enfoques totalmente diferentes: por un lado, se encuentra la economía positiva, que es aquella que trata de describir la realidad económica de un territorio, basándose siempre en hechos objetivos como son encuestas, datos, distribución de la riqueza, etc. Por otro lado, tenemos la economía normativa, es decir, aquella que se encuentra influenciada por la ética y los juicios de valor humano, utilizando sobre todo datos subjetivos. Una buena forma de diferenciar ambas perspectivas se muestra, por ejemplo, en el proceso de contratación de una empresa. Las compañías buscan generar la mayor productividad posible, por lo que en una economía positiva siempre van a escoger a las personas más aptas, aquellas que les van a generar los mayores beneficios, mientras que en una economía normativa, la empresa puede que decida elegir a una persona sin la cualificación suficiente o una persona con movilidad reducida, ya que éticamente esas personas merecen un trabajo al igual que el resto de la población, aunque no tengan la misma productividad que en el caso de la economía positiva. Normalmente la implementación de estas personas de una economía normativa suelen estar sujetas a subvenciones u otro tipo de beneficios para las empresas con el objetivo de ayudar a estos últimos a integrarse en el mundo laboral de una forma más eficiente.
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Créditos: www.flaticon.com
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