Las tentaciones de Jesús siguen tres patrones que son comunes para todos los hombres: La primera tentación tiene que ver con los deseos de la carne (Mateo 4:3-4), lo cual incluye toda clase de deseos físicos.
Nuestro Señor estaba hambriento, y el diablo lo tentó a convertir las piedras en panes, pero Él respondió citando Deuteronomio 8:3.
La segunda tentación fue concerniente al orgullo de la vida (Mateo 4:5-7), y aquí el diablo trató de usar un pasaje de la Escritura contra Él (Salmo 91:11-2) pero el Señor nuevamente respondió con la Escritura de manera opuesta (Deuteronomio 6:16), declarando que sería un error que Él abusara de Sus propios poderes.
La tercera tentación es respecto al deseo de los ojos (Mateo 4:8-10), y si hubiera una ruta rápida por la que el Mesías pudiera cumplir su misión evitando la pasión y crucifixión para lo que Él originalmente vino, sería ésta.
El diablo ya tenía control sobre los reinos del mundo (Efesios 2:2), pero estaba listo para cederle todo a Cristo a cambio de Su lealtad.
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