Cuenta la leyenda que, allá por la pandemia que azotó el año 2021, una grupeta de ciclistas negacioncitas de la teoría del origen de las especies alquilaron una casa rural en un lugar de la región de Murcia dotado de árboles y caminos para hacer rutas de mtb, gravel, btt y geocatching, entre otros deportes de riesgo, pero que se quedó en un sueño truncado por culpa del dichoso virus y la distancia de seguridad.
Pero eso da igual, porque no todas las epopeyas se cuentan para buscar la gloria de sus protagonistas, para propagar alguna enseñanza sabia o para pretender que algo trascienda en el mundo terrenal cuando en realidad no es más que un sueño. Nada de su heroicidad fue real.
La importancia de todo recae en que no se murieron. Y esto, en gran parte, fue debido a sus formidables eosinófilos y a que siempre dispusieron de un dispositivo móvil con GPS y radar de tramo para localizar los bares abiertos más próximos a su geolocalización sincronizada en cada momento. Dato que refleja lo puntera que era la tecnología por aquel entonces y lo poco que le costó a esa civilización salir de la crisis ocasionada por los cierres perimetrales a los que fueron sometidos por el gobierno central.
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