Que los hombres de estas tierras de la ribera del Duero soriana cavaran a pico estos pobres cerros para construir bodegas, da buena cuenta de la importancia que daban al único placer con el que regaban el alma: el vino.
Ángel Monge, que se marchó con 13 años de su Alcozar natal para buscarse la vida en Madrid, sigue cuidando sus viñas y mantenido operativa la bodega de su padre haciendo vino para casa.
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