En el norte de la provincia de Burgos está la Mancomunidad Raíces de Castilla formada por tres pueblos, Oña, Frías y Poza de la Sal. En esta zona se forjó el condado de Castilla, que en el siglo XI alcanzó rango de reino y cuyos reyes descansan en el Monasterio de Oña.
Poza de la Sal conserva su trazado medieval. Callejear y perderse por las cuestas que transitó Félix Rodríguez de la Fuente durante su infancia es una experiencia inolvidable, recorriendo los monumentos asociados a su persona y su obra. Aunque estudió medicina en Valladolid y se especializó en Odontología en Madrid, apenas ejerció la profesión. Su pasión por la naturaleza y el mundo de los animales, se centró primero en la cetrería y luego en la investigación y su divulgación en televisión y en películas de la vida animal, hasta su desgraciada muerte en 1980 en Alaska.
Poza de la Sal está asociada a la explotación de la sal, al asentarse sobre un gran depósito de sal marina, el más grande de Europa y el tercero del mundo, de 2 kilómetros de diámetro y unos 500 metros de profundidad, que por un proceso geológico llamado diapiro, genera cráteres con un empuje de la sal depositada en el subsuelo, asciendo a la superficie y rompiendo los estratos superiores. Desde el borde del páramo admiramos toda su extensión con sus terrazas.
Explotadas desde época romana, Felipe II en el siglo XVI formó un monopolio en su extracción, con los métodos tradicionales de las salmueras que se mantuvieron hasta finales del siglo XX. Ahora no hay explotación comercial, pero se han rehabilitado algunas salinas mostrando este método tradicional de explotación.
También existen unas pocas piscinas de agua salada abiertas al público, con una salinidad superior a las del mar muerto.
El Ayuntamiento, construcción iniciada en 1595 en la Plaza de la Villa, durante los siglos ha congregado tres edificios independientes. Allí está la oficina de turismo, el Espacio Medioambiental de la infancia de Félix Rodríguez de la Fuente y el centro de interpretación “Las Salinas”. Desde aquí empieza el itinerario urbano “tras las huellas de Felix”.
La nueva plaza extramuros, espacio abierto junto a la puerta principal de la villa, la sugirió construir Doña Juana de Rojas y Córdoba, V Marquesa de Poza, en 1660. Una complicada obra con construcción de muros de contención en sus lados este y sur, que sujetan la estructura en una gran pendiente. Se configuró además un espacio urbano, fuera de los límites de la muralla, con solidas casas de las principales familias de la villa, con un magnífico mirador sobre la comarca de La Bureba.
La puerta principal de la villa es el Arco de la Concepción o Puerta del Conjuradero. Desde su balcón corrido los sacerdotes conjuraban los nublados amenazantes para la cosecha y la producción de sal.
Atravesando la puerta se llega a la Plaza Vieja de estructura medieval, que fue el centro neurálgico de Poza.
Al oeste está la Iglesia dedicada a San Cosme y San Damián, patrones de la villa. Es Monumento Histórico-Artístico, de finales del siglo XIII, pero con reformas posteriores que modificaron su planta y alzado a lo largo de los siglos, escondiendo su origen gótico temprano.
El casco urbano de Poza, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982, tiene un trazado medieval que se ha mantenido a lo largo de los siglos. El caserío de la villa se asienta sobre la ladera oriental del macizo calizo sobre el que se levanta el castillo.
Estas casas apiñadas configuran un laberinto de calles angostas y empinadas, con escasez de espacio y luz que se compensa mediante la altura de sus casas, con dos, tres y hasta cuatro plantas.
Las casas presentan aparejo de mampostería o sillería en las plantas bajas, con paramentos singulares por el uso de la ofita como material de construcción, en el empedrado de las calles, y en las construcciones salineras. La parte superior es de adobe y entramado de vigas de madera en disposición vertical, horizontal y oblicua, que reparte las cargas más racional y eficazmente.
El enlucido de las fachadas con yeso, es típico en Poza al igual que la ofita de la zona.
Entre la villa y el castillo están las ruinas del Palacio de los Marqueses de Poza, y los restos de la ermita de Santa Cecilia y San Juan.
El castillo de los Rojas está aislado en la cima de un macizo rocoso casi inaccesible, solo tiene un acceso con peldaños tallados en la propia roca.
Desde su atalaya se observa todo el valle. Controlaba la entrada a la villa y a la Bureba desde el páramo y también de todo el territorio salinero. Tuvo funciones de prisión, vigilancia y defensa.
La función defensiva del castillo se manifestó en la Guerra de la Independencia entre las tropas francesas y la guerrilla. Y durante las Guerras Carlistas fue lugar de vigilancia.
En Poza está la verdadera esencia de Castilla y el corazón de la tierra de Burgos en una gran llanura rodeada de montañas, páramos y ríos.
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